Hasta hace pocos años, la participación de las mujeres en estudios científicos relacionados con el entrenamiento era limitada. La creciente presencia femenina en el ámbito deportivo ha llevado consigo un incremento en la literatura científica dedicada a explorar las diferencias entre hombres y mujeres en términos de resistencia. Un ejemplo de este fenómeno es una revisión narrativa publicada hace unos meses, la cual examina detalladamente las disparidades entre ambos géneros en cuanto a entrenamientos y pruebas de resistencia. ¡Quédate a leer este artículo para saber cuales son las diferencia en las pruebas de resistencia entre hombres y mujeres!
En las últimas dos décadas, la participación femenina en carreras de resistencia ha experimentado un notable aumento. Se evidencian diferencias fisiológicas y biomecánicas entre hombres y mujeres en entrenamiento y pruebas de resistencia. A medida que las distancias aumentan, las mujeres muestran ventajas más pronunciadas, especialmente en ultra maratones de más de 100 km.
Durante la carrera, las mujeres tienden a emplear una mayor proporción de lípidos y menos carbohidratos en comparación con los hombres. Asimismo, el uso de proteínas por parte de las mujeres es inferior al de los hombres. Esta estrategia metabólica les proporciona la capacidad de mantener ritmos más consistentes durante períodos más prolongados a lo largo de toda la prueba de resistencia.
Esta constituye la ventaja principal por la cual las mujeres reducen la brecha en rendimiento en comparación con los hombres a medida que la distancia recorrida aumenta. En el ámbito nutricional, también es notable que los hombres requieren un mayor aporte de proteínas que las mujeres.
A pesar de que, en promedio, las mujeres son menos fuertes que los hombres, disfrutan de la ventaja de fatigarse menos. Las mujeres exhiben un índice de fatiga más bajo, lo que les permite mantenerse menos fatigadas a ritmos relativos comparables con los hombres.
Esta menor fatiga al finalizar una actividad permite a las mujeres recuperarse de manera más efectiva entre sesiones de entrenamiento. Además, durante estas sesiones, pueden tolerar mayores volúmenes en comparación con los hombres, todo ello manteniendo un nivel de fatiga similar. Esta capacidad se atribuye en gran parte a una menor propensión al daño muscular, lo que facilita un mayor entrenamiento y una recuperación más rápida.
Las mujeres exhiben una mayor proporción de fibras tipo I en comparación con los hombres, conocidas como fibras lentas, que ofrecen resistencia a la fatiga, pero se activan a intensidades más bajas. Esta diferencia contribuye a que, en promedio, las mujeres sean menos fuertes y tengan menor potencia.
Contrariamente, las fibras tipo II, que se fatigan más rápido, pero aportan fuerza y potencia, explican por qué la mejor velocista femenina puede tener dificultades para superar al mejor velocista masculino. Sin embargo, en disciplinas de ultra fondo, la mejor atleta femenina podría superar al mejor atleta masculino, ya que los roles se invierten en este contexto.
La anatomía femenina presenta características como una pelvis más ancha, un ángulo fémur-tibia más grande y piernas más cortas. Estas diferencias contribuyen a un aumento en el riesgo de lesiones en la rodilla y a variaciones en los patrones de apoyo y tiempo de vuelo.
Las mujeres enfrentan una desventaja significativa al competir en pruebas de resistencia en comparación con los hombres. Su porcentaje de masa grasa es considerablemente mayor, aproximadamente un 10% superior al de los hombres. Esta diferencia implica que las mujeres llevan consigo una carga adicional que no experimentan los hombres.
Recordar que es aconsejable buscar la ayuda de un entrenador personal para adaptar el entrenamiento al nivel del atleta y al sexo en función de los objetivos a lograr.
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Me llamo Carlos Lázaro, soy entrenador personal personal y nutricionista profesional y mi objetivo es democratizar el conocimiento y ayudar a las máximas personas posibles a mejorar sus vidas y transformar sus cuerpos. Gracias.
