"La enfermedad está afectando a todos", es la frase que se escucha en varios lugares de España en estos días. La gripe común, técnicamente conocida como influenza, está en su punto más crítico, llegando a colapsar en ocasiones los servicios de salud. El ejercicio físico se presenta como una poderosa defensa contra los virus respiratorios, como se evidenció durante la pandemia de COVID-19. A continuación, se explica cómo el ejercicio físico contribuye a la prevención y tratamiento de la influenza.
La influenza, conocida técnicamente como gripe común, es una infección que afecta la nariz, la garganta y los pulmones, componentes del sistema respiratorio. Aunque popularmente se le llama gripe, se diferencia de los virus que causan la gripe estomacal, caracterizada por síntomas como diarrea y vómitos.
La propagación de la enfermedad del COVID-19 ha suscitado inquietudes sobre las enfermedades respiratorias, incluida la influenza. Esta afección viral respiratoria aguda representa una seria amenaza para la vida y la salud humana, imponiendo una significativa carga de morbilidad en la sociedad.
Aunque la gripe común suele considerarse como una enfermedad temporal, puede generar complicaciones graves e incluso conducir a situaciones mortales. Por este motivo, la lucha contra la influenza se ha convertido en un asunto de importancia para la salud pública a nivel global.
Además de los enfoques farmacológicos, como las vacunas preventivas y los medicamentos específicos, existen opciones más prometedoras, como la actividad física.
La práctica de actividad física resulta beneficiosa al estimular la liberación de interleucina 6 (IL-6) en la sangre, aprovechando así sus efectos antiinflamatorios. Este proceso puede contribuir a la prevención de la infección por influenza y facilitar una recuperación más rápida en los pacientes.
Un análisis detallado publicado en diciembre de 2023 en Sports Medicine exploró el papel fundamental de la actividad física en la prevención y tratamiento de la influenza:
Las actividades físicas favorecen la expulsión de virus por parte del sistema respiratorio, incrementan la concentración de glóbulos blancos para mejorar la inmunidad, elevan la temperatura corporal para combatir los virus y estimulan la liberación de hormonas que alivian el estrés psicológico, siendo medios esenciales para prevenir la influenza. En resumen, la actividad física puede robustecer la inmunidad del cuerpo, ofreciendo un efecto preventivo significativo contra la infección por influenza.
La práctica regular y prolongada de actividad física puede mejorar la respuesta del sistema inmunológico y disminuir la incidencia de infecciones causadas por los virus de la influenza. No obstante, es importante señalar que la intensidad y duración de la actividad pueden fortalecernos a largo plazo, pero debilitarnos en el momento inmediato.
Probablemente hayas observado cómo los futbolistas suelen abrigarse rápidamente al salir del campo. Esto se debe a que después de realizar actividad física intensa o prolongada, el sistema inmunológico tiende a debilitarse temporalmente.
Nieman empleó una representación en forma de "J" para ilustrar la relación entre las infecciones del tracto respiratorio y la intensidad de la actividad física. Puedes observarlo en la imagen adjunta, donde la actividad física moderada minimiza el riesgo de infecciones respiratorias después de su práctica.
La "J" invertida indica que es crucial tener precaución al concluir una sesión intensa, ya que el cuerpo se vuelve más propenso a las infecciones respiratorias. No obstante, al comprometernos con el ejercicio físico de manera crónica, independientemente de su intensidad y duración, lograremos fortalecer nuestro sistema inmunológico, brindándonos una mayor protección contra la influenza.
Algunos investigadores desaconsejan la actividad física para personas con infecciones de influenza debido a las siguientes razones:
Sin embargo, no hay una respuesta definitiva sobre si las personas con influenza pueden realizar actividad física. Una orientación general proporcionada por Pedersen, Friman y Wesslén sugiere lo siguiente:
La decisión dependerá de tu estado físico y la gravedad de la infección. Con fiebres elevadas, el cuerpo no solicitará realizar ejercicio físico. Si padecemos gripe sin malestar significativo, se puede considerar la práctica de actividad física moderada, ya que la alta intensidad en ese momento podría afectarnos negativamente.
La actividad física regular fortalece nuestras defensas, brindándonos una barrera más robusta contra la gripe para prevenir la infección. No obstante, el ejercicio físico de alta intensidad o prolongado puede debilitar temporalmente nuestro sistema inmunológico, por lo que se recomienda precaución en ese momento.
Si estás experimentando gripe y malestar "por debajo del cuello" con dolores musculares, náuseas u otros síntomas similares, es aconsejable esperar a que esos malestares disminuyan antes de realizar ejercicio físico, al menos de intensidad moderada o alta. En el caso de la gripe que afecta solo "por encima del cuello" con estornudos o congestión, puedes considerar la práctica de ejercicio físico siempre y cuando tu cuerpo lo tolere, pero se sugiere evitar la intensidad alta en ese momento para prevenir una mayor pérdida de agua y elevación de la temperatura corporal.
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Me llamo Carlos Lázaro, soy entrenador personal personal y nutricionista profesional y mi objetivo es democratizar el conocimiento y ayudar a las máximas personas posibles a mejorar sus vidas y transformar sus cuerpos. Gracias.