Una tendencia popular es la alimentación consciente, también conocida como Mindful eating, que busca equilibrar las emociones y la experiencia de comer.
No es un plan para bajar de peso; más bien es una actitud que, entre otras cosas, pretende disfrutar de la comida hasta el más mínimo detalle.
Intentamos dar a las emociones un papel cada vez más importante en todos los aspectos de nuestras vidas, incluida nuestra relación con la comida.
Como resultado, prestamos cada vez más atención a las emociones.
En este sentido, se perfila una tendencia en la que el binomio comer-sensaciones juega un papel preponderante.
Hablamos de la alimentación consciente.
Como su nombre ya indica, se deriva del mindfulness, también conocido como conciencia plena, un tipo de meditación que consiste en observar la realidad del momento presente con total apertura, aceptación y falta de juicio.
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Al contrario de lo que muchas personas pueden creer, perder peso no es el objetivo principal de la alimentación consciente.
En cambio, promueve prestar atención a las propias necesidades hedónicas y fisiológicas relacionadas con la comida para comer satisfactoriamente.
Nos permite reconocer viejos hábitos alimentarios que pueden no ser beneficiosos para nuestra relación con la comida o nuestra salud y sustituirlos por rutinas más constructivas.
De esta forma, a pesar de que la práctica de la alimentación consciente no tiene como objetivo cambiar la forma o el peso del cuerpo, se pueden producir modificaciones en estas áreas como resultado de nuevas prácticas.
No obstante, se aclara que se desaconseja utilizar este método sin la supervisión de un dietista-nutricionista.
La decisión de dejar de comer cuando es el momento está influenciada por la capacidad de nuestro cerebro para recibir señales de plenitud y saciedad del estómago a medida que se ralentiza el ritmo de las comidas.
Dado que existen varios tipos de hambre, es crucial para la alimentación consciente estar atento a las sensaciones corporales tanto internas como externas al comer.
Cuando el impulso o la necesidad de controlar las emociones a través de la comida, se produce el hambre emocional, también conocida como hambre del corazón.
Lo que dice la mente sobre qué comer o no, qué alimentos son saludables o no saludables, permitidos o prohibidos, se conoce como hambre mental.
Juntos, estos diferentes tipos de hambre influirán en las preferencias alimentarias.
Si tengo una fuerte conexión con mi cuerpo, siempre le daré lo que necesita en función de las dos señales muy importantes de hambre y saciedad.
La alimentación consciente está arraigada en las personas desde el nacimiento.
Además, aunque es una habilidad que se pierde gradualmente con el tiempo, se puede reintegrar a la vida diaria con el tiempo.
Tome las siguientes medidas y busque la ayuda de un nutricionista experto.
Te dejamos un video de nuestro canal de YouTube Método Lázaro, Como afecta el alcohol en nuestra dieta.
Me llamo Carlos Lázaro, soy entrenador personal personal y nutricionista profesional y mi objetivo es democratizar el conocimiento y ayudar a las máximas personas posibles a mejorar sus vidas y transformar sus cuerpos. Gracias.